27 septiembre 2006

GRACIAS DIOS MÍO POR MIS DÍAS EN CAICARA



Antes de nada me presentaré para que todos los que leáis estas líneas me conozcáis. Me llamo Rafael, aunque todos me conocen por Carito. Soy de Villanueva del Trabuco, un pueblo de Málaga ( España). Ahora mismo estoy en el seminario de Málaga preparándome, si Dios quiere, para ser presbítero.

Estoy empezando mi sexto año de seminario y si no ocurre nada extraño me quedará otro año más para acabar mi preparación.

El motivo de escribiros es poder compartir con todos vosotros mi experiencia en Caicara del Orinoco (Venezuela). He querido empezar dando gracias a Dios porque tengo claro que mi viaje, y todo lo que he vivido, ha sido un tiempo de gracia y de encuentro con Dios Padre- Hijo Y Espíritu Santo.

A principio del curso pasado en la primera charla con mi formador, D Tomás Pérez Juncosa, le manifesté mi inquietud de tener una experiencia en misiones durante el verano. D. Tomás le consultó al resto de formadores del seminario y al señor Obispo D. Antonio Dorado Soto, y vieron que sería positivo que pasara un mes y medio en Caicara del Orinoco con los sacerdotes malagueños que allí sirven a la diócesis de Málaga.

Cuando llegó el 30 de Julio viajé para Caracas donde me reuniría con los sacerdotes malagueños Manuel Arteaga y Manuel Lozano. Desde Caracas nos fuimos en coche para Caicara. El viaje fue largo, pero durante el mismo ya pude comprobar lo bella que es Venezuela.

Al llegar a Caicara estaba un poco nervioso, pues no sabía con lo que me encontraría. Pronto pasaron los nervios ya que la acogida que me dieron fue estupenda (me pusieron en la habitación que usa el Obispo de Ciudad Bolívar cuando va de visita a Caicara). A partir de mi primer día todo fue sobre ruedas. No me costó demasiado entrar en el ritmo de vida de allá ya que la cercanía de la gente me facilitaba mucho las cosas.

He podido comprobar que la realidad en aquel país es muy diferente a la de España. Antes de mi viaje intenté informarme un poco sobre el lugar y gente con los que me iba a encontrar, pero tengo que decir que casi nada era como yo imaginaba, era mejor de lo que yo me imaginaba. Es cierto que hay algunas realidades duras a las que uno no está acostumbrado a enfrentarse, pero todas esas realidades más difíciles me han ayudado a ver a Dios que me llama a trabajar por un mundo en el que todos tengamos las mismas posibilidades.
Me daba cuenta de que conocía las dificultades de Caicara, pues en España también las hay parecidas, pero las conocía en muchas ocasiones sólo desde la teoría. El poder vivir en un lugar donde cosas tan simples como el agua, la luz, la sanidad, la educación…es a veces difícil de tener, me ha ayudado a cuestionarme si todo lo que yo tengo lo necesito realmente para vivir (seguramente si lo necesito porque yo mismo, por la cultura en la que vivo, me voy creando necesidades que realmente no tengo).

No quiero fijarme sólo en este aspecto, pues en mi experiencia ha habido mucho de positivo y de crecimiento. Creo que tengo que estar super agradecido a la gente de Caicara (Mercedes, Alexis, Guillermo, Miguelina, Teresa, Marly, Amarilys, Yonel, Giober, Kata, Élide, Eder, Chiquito…), a la gente de la Urbana (Norma ; Josefa, María, Gregorio, Milagros…), a la gente de Morichalito (Freilys, Adela, Alexis, Ronal, Rafa…), a la gente de Las Bonita, Santa Rosalia…,seguro que se me olvida muchos nombres, pero los rostros los llevo todos grabados en mi corazón. He conocido a tanta gente que ha hecho que me encontrara como en casa, a gente que me ha manifestado a Dios con sus palabras y con su vida.

Es curioso, uno se piensa que en una experiencia como la que yo he tenido puede dar mucho, la disposición de dar lo mejor de ti se lleva, pero terminas dándote cuenta de que se recibe cien veces más de lo que uno haya podido dar.

He conocido gente sedienta de Dios, gente con ganas de hablar de Dios y con ganas de que le hablen de Dios. He conocido gente que en sus conversaciones siempre hablan de Dios, y sin ninguna pena o vergüenza. Todo esto ha sido un gran ejemplo para mi, pues en más de una ocasión me cuesta hablar de Dios y meterlo en mi diálogo cotidiano. Ahora pienso que para ser un buen cura debo de tomar ejemplo de esa gente para los cuales hablar de Dios es tan normal como el mismo respirar o comer. Gracias por vuestro ejemplo.

Como ya he dicho más arriba soy seminarista y estoy en mi sexto año. A veces pienso que ya sé muchas cosas de Dios, y quizás sea cierto, pero muchas veces sólo me quedo en un conocimiento puramente teórico. La gente de Caicara, de la Urbana, de Morichalito, de Santa Rosalía…me han ayudado a acercarme a Dios desde lo sencillo, sin grandes teologías. En ocasiones creaba una barrera entre ellos y yo porque no sabía hablar de Dios con lenguaje cercano que entendieran todos. Gracias a Dios creo que al final me di cuenta de que para compartir mi experiencia de Dios tan sólo tenía que manifestar mi experiencia de vida, e intentar bajar un poco mi leguaje. Ahora me doy cuenta lo importante que es la formación que recibo como seminarista, pero también me doy cuenta de que si no llevo esa formación a lo sencillo del día a día para que cuantos me rodean se sirvan de ella para conocer más a Dios, esa formación no servirá de nada, será puro egoísmo y vanagloria.

No puedo dejar de hablar de la escuela de evangelización en la que he participado junto con un grupo de personas de Caicara del Orinoco. La verdad es que fueron días intensos los vividos en la escuela. De estos días podría contar mucho pero por no aburriros, sólo quiero dar gracias a Dios por las personas que han compartido allí sus experiencias de Dios.

Gracias porque he vuelto a redescubrir el papel tan importante que juega en la vida de la Iglesia y de todo cristiano el Espíritu Santo. Estos días en la escuela me sirvieron para saber que es el Espíritu quien actúa por mi, y que es al Espíritu a quien la debo pedir que me inunde de sus dones para así servir mejor a la Iglesia. Gracias a la escuela he descubierto que para Dios no hay fronteras, que el Dios de Europa es el mismo de Sudamérica, por tanto todos somos hermanos.

Y es que aunque parezca increíble en la escuela le he encontrado sentido a llamar hermano al que tengo a mi lado y al que tengo a 8000 km de distancia. Sí, recuerdo bien la palabra hermano usada para llamar al otro, era de las que más se oía en la escuela. Gracias por vuestro testimonio (Miguelina no se me olvida cuando nos llamabas hermanitos).

En este viaje me he dado cuenta de la necesidad tan grande que hay de la presencia de presbíteros en aquella zona de nuestro mundo, sé que en Málaga también está esa necesidad, pero aquí tenemos cubiertas las necesidades básicas del cristiano( por llamarla de alguna forma), en cambio la presencia de los curas en los pueblos de Caicara es más escasa, pues las distancias y el número de pueblos que atienden es inmensa. Quizás pensemos que los curas y la gente que se dedica a trasmitir el mensaje de nuestro Señor Jesucristo en España, en Málaga es poca. Podemos pensar que somos pocos para tanta realidad, pero hoy por hoy en Venezuela son mucho menos que nosotros (hay una gran escasez de presbíteros; sólo 25 en la arquidiócesis de Ciudad Bolívar, con una extensión casi la mitad del territorio español; y nuestros sacerdotes misioneros atienden una extensión como 7 veces la provincia de Málaga ).

El descubrir esto hace que me pregunte si yo quiero dedicar mi vida (mi ministerio en un futuro y si Dios quiere) a servir a Dios en la misión ad-gentes. Creo que ahora es tiempo de seguir descubriendo que me pide Dios y de mostrarme disponible para lo que Él me pida en mi vida. Ahora mismo estoy dispuesto a ir de nuevo a Caicara, pero sé que debo seguir con mi formación de presbítero. Sólo le pido a Dios que me ayude a ser valiente para decir como María: “Hágase en mi según tu Palabra”.

En fin, no me quiero alargar mucho más. Creo que mi experiencia se puede resumir así: Me he encontrado con Dios en Caicara del Orinoco, en sus gentes, en su realidad diaria( problemas y alegrías). Ahora quiero asumir, integrar todo lo vivido. Quiero ponerme a disposición de Dios para lo que me pida y si lo que me pide es volver a Caicara para servirle allí, que se cumpla su voluntad.

Por último quiero decir que todo lo que he vivido no hubiese sido posible sin la ayuda de los sacerdotes malagueños Manuel Arteaga, Manuel Lozano y el padre Amalio. A los tres le doy las gracias por haberme acogido con tanto cariño entre ellos, y por haberme manifestado con sus vidas que merece la pena ser cura y servir a Dios sin ponerle fronteras. También gracias a Carlos Munilla (seminarista de Zaragoza) y a Alexis (seminarista de Caicara) por su cercanía y amistad.

Un saludo para todos de Carito

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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marilin martinez dijo...

Buenas tarde seminarista Rafael Dios te bendiga por tus linndas palabras soy de caicara del orinoco. hija de la señora rosa perez ella es de san luis.